sábado, 18 de octubre de 2008

La protesta de Alma Maldonado en Oxford

"A las 5 pm entró Salinas, tan menor él y tan acabado físicamente"

Cuando me enteré que venía Carlos Salinas de Gortari a Oxford no lo pensé dos veces. ¡Se le tenía que dar un recibimiento adecuado! Para garantizar un lugar en la conferencia había que reservar primero. Así que escribí un correo, dije que soy nueva aquí y que me interesaba mucho asistir y escuchar al expresidente, etc. etc… Me respondieron casi de inmediato diciendo que tenía mi lugar garantizado. ¡¡De todos los expresidentes era precisamente el más desgraciado y perverso el que venía y yo iba a tener una oportunidad inigualable de protestarle en la cara!! Honestamente tengo mis dudas de que una oportunidad así se me vuelva a presentar de nuevo. Era ahora o nunca.

Según me contaron antes, el año pasado también vino Salinas de Gortari a la Universidad de Oxford, pero no hubo ningún tipo de protesta ¡sino al contrario!, la plática terminó con un Salinas super carismático, con varios mexicanos tomándose fotos con él y ¡hasta pidiéndole autógrafos!. Eso me hizo pensar que mi protesta tendría más éxito por el efecto sorpresa.

El 15 de septiembre en la noche, en la reunión de los estudiantes mexicanos de Oxford, los organizadores comentaron que “el licenciado Salinas pidió que leyéramos su libro antes de la conferencia para poder tener un intercambio más interesante”. Habría libros a la venta por si alguien estaba interesado. Comenté algo sobre el cinismo de la publicación, ¡venir a decir que él no fue neoliberal pero sí sus predecesores! era simplemente demasiado; pero la verdad también me cuidé de no ser tan obvia en mis comentarios ¡no fuera a ser que no me dejaran entrar el día de la plática! Así que fui cauta y eso sí, con la idea de la protesta fui más bien discreta.

También desde que supe que venía Salinas estuve pensando quién podría unirse a la protesta, especulaba con quién podría contar, pero al ser tan reciente mi llegada a Oxford digamos que sólo contaba con “alguien” que podría tomarme algunas fotos al momento de la protesta. Sin una imagen las cosas habrían sido muy diferentes.

Mi novio tenía seminario a esa hora y comencé a hacerme a la idea de que protestaría completamente sola. En mi imaginario las cosas ocurrirían más o menos así: Me iba a tener que parar al lado de Salinas, enfrente de un auditorio repleto y que en el mejor de los casos iba a salir abucheada y en el peor de los escenarios la policía británica me iba a estar sacando del lugar. Obviamente ya bromeaba con me iban a deportar a México o peor aún, a llevar rumbo a Guantánamo en vuelo directo y sin escalas.

Unos días antes de la conferencia de Salinas (que fue el miércoles 15 de octubre), todavía estuve buscando algún posible simpatizante con la protesta… pero me dijeron que un posible mexicano solidario comentó: “mi protesta será no ir y además para protestar en este país hay que pedir permiso”. Sonaba complicado pero aún así seguí adelante con el plan. Repasé varias veces la estrategia: escribiría un cartel, me pararía enfrente del auditorio junto a Salinas, repartiría unos volantes informativos (con datos duros sobre su sexenio), diría unas palabras rápidas (si antes no me sacaban) y me saldría. Sólo esperaba que las personas a cargo de las fotos actuaran con prontitud (al final encontré a dos personas solidarias que tomarían fotos buscando que al menos una foto saliera bien).

Desde el domingo compré mis cartulinas, mis marcadores y me cercioré que sabía donde había una fotocopiadora. Con un par de amigos vía electrónica consulté qué poner en mi cartel de protesta. Fueron muy poquitos porque no podía darme el lujo de contarle a todo mundo del plan. Una vez refinado el mensaje ya sólo faltaba hacer el volante. Cuando lo terminé (unas horas antes de la conferencia) otra amiga gringa revisó mi volante, porque todo fue en inglés, y se aseguró de que estaba perfectamente escrito (aún así después encontré un error, pero bueno). De manera que el lunes a las 4 pm salí de casa con mi cartel perfectamente doblado (dentro de mi portafolios) ya que no podía dar indicios de nada y con mi volante listo para ser fotocopiado. La conferencia estaba anunciada a las 5:30 pm pero pedían llegar 15 o 20 minutos antes. Saqué como 56 volantitos.

Para sentirme aún más sola en esto, al llegar al Colegio donde fue el evento vi a un chico italiano, que habla perfecto español, y que conocí en diciembre en Oxford. Todo un militante de izquierda, entonces pensé, seguro que él me apoyará. Le conté el plan y ¡oh soledad! me dijo que seguramente sus maestros estarían en el auditorio y que no era mala onda pero ahorita no le iba de lo mejor. En realidad la única ayuda que necesitaba era repartir mis volantitos. Pero me dije “ya estoy aquí y no puedo echarme para atrás”.

Unos 10 minutos antes de que llegara Salinas, de pronto me vi rodeada de un grupo como de 7 unamitas, de políticas, ciencias, economía, biomédicas y un poco ingenuamente pensé, ¡alguno de estos me apoyará! Al final no pude evitar contarles a dos personas más en el auditorio que me iba a manifestar y les pedí que si me intentaban echar al menos dijeran algo como “déjenla terminar”. Dijeron que sí.

Cinco minutos antes de las 5 pm entró Carlos Salinas de Gortari, tan menor él (de estatura) y tan acabado físicamente… hasta un poco de penita daba. El moderador, un profesor inglés dijo que esperaríamos cinco minutos para comenzar. A mi ya se me salía el corazón pero sólo trataba de repasar mi plan. Ya nunca voltee al auditorio y sólo le pedí a “alguien” estar alerta para la foto. Con la otra persona que también tomaría fotos apenas crucé una mirada, tenía que ser muy discreta. Como yo estaba sentada hasta adelante, en algún momento hice contacto visual con Salinas pero yo traté de no reflejar nada en mi mirada, quien sabe si lo logré.

Por fin el profe nos dio la bienvenida, dijo algo así como que era un honor presentar nuevamente a Salinas, que iba a hablar de su libro etc. etc… y le dio la palabra. En ese momento me paré tranquilamente de mi lugar, desdoblaba a la vez mi cartel y me puse enfrente del auditorio y junto a Salinas con mi cartel del holograma (foto adjunta). Siento que hubo un momento de pasmo, ni siquiera pensé si le estaba dando tiempo a la gente de leer mi cártel, sólo lo levante alto. Salinas volteó a verme y me dijo en inglés y con arrogancia “can I read it?” (¿puedo leerlo?) Y le respondí en inglés “of course” (por supuesto) y se lo mostré directamente (por mi se lo habría embarrado en la cara). Entonces lo que les cuente a continuación no necesariamente siguió ese orden y seguramente fue percibido de manera muy diferente por el público, pero es como yo lo recuerdo. El profesor pidió orden y respeto, dijo que las preguntas o cuestionamientos las dejáramos al final, y dije que sólo quería entregar mis volantes. Entonces de pronto del público vi que se empezaron a parar algunos estudiantes y oía gritos pero ya no entendí nada (yo seguía concentrada en seguir mi plan). El profesor me dijo que estaba bien, que repartiera mis cosas pero que por favor dejara continuar el evento. Le dije que sí, que no quería ofender a nadie pero agregué “sólo una última cosa” (todo en inglés por supuesto). Dirigiéndome a Salinas, dije algo como “tu como presidente le dijiste a tu oposición política alguna vez que ‘ni los veías y ni los oías’”. Y continué diciendo que me habría “encantado” quedarme a la plática pero así sentía que de alguna manera “estábamos a mano” porque (y entonces comencé a enfilarme a la salida) “yo fui parte de esta oposición política”. Justamente esto último es lo que recuerdo haber dicho con más claridad. Di las gracias y me salí. Oí aplausos, juro que no escuché ningún abucheo aunque pudo haber sido que sí los hubo, pero los aplausos sí que los escuché. En la puerta vi a mi novio también saliéndose conmigo ¡y por fin me sentí super acompañada! y ¡oh sorpresa! tres personas más se salieron conmigo y me felicitaron. Eran dos chicos que no ubicaba y la chava me dijo todo lo que le gritó a Salinas y la verdad me emocionó mucho: Esta chica le dijo, también en inglés: “ella no está sola, aquí habemos muchos mexicanos y sabemos todo lo que hiciste”, eres un “mentiroso” y creo que hasta “ratero” le dijo. El otro chico sólo balbuceó algo porque según sus propias palabras, “normalmente me pongo super nervioso en estas cosas”, pero ambos me abrazaron y me felicitaron mucho (mientras mi novio ya me abrazaba permanentemente).

Según me contaron, aún falta que juntemos más versiones, que lo primero que dijo Salinas es que agradecía la invitación, que la vez pasada que vino a Oxford no hubo ninguna protesta y que también entendía que era un espacio libre y que estas cosas pasan, bla, bla, bla. Al parecer a Salinas, el gran “seductor” de auditorios, le costó un poco de trabajo agarrar el ritmo de nuevo; quiero pensar que el factor sorpresa sí funcionó. También me contaron que a los dos minutos que nos salimos, otras 3 personas abandonaron el auditorio. Creo que esta vez hubo más preguntas críticas y muchas manos se quedaron levantadas (aunque no es de extrañarse que según supe a todas esas preguntas incómodas las terminó bateando exitosamente). No se si los unamitas fueron de los que hicieron preguntas críticas, pero es lo menos que yo esperaría.

La idea de toda la protesta es que Salinas no puede creer que va andar impune por todo el mundo sin al menos un mexicano que le recuerde cuanto lo detestamos y que no olvidamos todo lo que nos hizo.

La cereza del pastel fue la foto en La Jornada. Ahí pueden leer lo que dice el cartel, siempre traté que fuera algo un poco lúdico porque si lo hacía más solemne o con una acusación más clara como “ladrón” o “asesino” se me iban a echar encima más rápido. No recuerdo tantas fotos de ciudadanos protestándole a Salinas publicadas en los medios, quizás más de diputados pero no de ciudadanos comunes. Me parece que Salinas se ha cuidado mucho y como bien sabemos, por eso no se para muy seguido en México. De ahí la sonrisa que se me dibuja al saber que esta foto sí salió bien y de que al menos algunos otros mexicanos ya la vieron. También está excelente que Salinas considere que Oxford ya no es un lugar tan seguro para presentarse tan cómodamente… y, finalmente, que como bien hemos repetido en muchos contextos (juntos o separados, de hoy y de ayer): “ni perdón, ni olvido”.

Salud y saludos desde mi trinchera oxfordiana,
Alma Maldonado-Maldonado